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¿Dónde están los U$S 30.000 millones?

Por Susana Merlo

No sin sorpresa, días atrás los medios reflejaron comentarios de las máximas autoridades del país, volviendo a la carga con un latiguillo del año pasado: "no hay más hospitales debido a que no se votó la (controvertida) Resolución 125", aquella de las retenciones móviles que, según los dichos oficiales, lejos de tener como objetivo tapar los agujeros negros de las cuentas públicas que, tal como hoy se ven, son inmensos, iban a tener como destino es loable fin de construir más hospitales para "la pobre gente que sufre, mientras otros solo piensan en la renta"…

Daría para pensar, si fuera cierto…Pero no lo es. Al menos, a esta altura, el Gobierno no puede pretender que la gente le siga creyendo ingenuamente. Y, de hecho, no lo hace. Igual que la fábula de la zorra y las uvas, ya nadie les cree.

Y, en este punto concreto, ¿Qué le impidió hasta ahora al Poder Ejecutivo cumplir con tan loable fin?.

Las retenciones fueron reinstaladas por Eduardo Duhalde en 2002, como medida transitoria, para contener –según él y sus ministros de entonces, Jorge Remes Lenicov (Economía), e Ignacio de Mendiguren (Producción)-, la crisis social prácticamente explosiva de aquel momento.

Se podría discutir mucho si la forma en que se salió de la Convertibilidad fue o no la correcta; si el objetivo fue verdaderamente corregir un sistema que ya estaba agotado o, más bien, licuar los pasivos de una docena de grandes grupos (aunque la medida benefició a muchísimos más), etc., pero lo que no es discutible es que hace ya 7 años, las empresas de servicios (que no pudieron actualizar sus tarifas) y el campo (único sector cuyas deudas quedaron dolarizadas) soportaron todo el peso del costo social, y en especial este último, ya que les reimplantaron las tan temidas retenciones.

La versión oficial de aquellos días sobre la "transitoriedad" se fue perdiendo en el tiempo.

Peor aún. En aquel año, el aporte por los impuestos a la exportación del campo no llegó a los U$S 1.000 millones, mientras que a partir de allí comenzaron una carrera alcista imparable, más todavía desde 2004 en adelante, que terminó con más U$S 7.000 millones el año pasado.

En total el campo había aportado en ese lapso, U$S 30.000 millones extra por sobre lo que tributaron el resto de los sectores.

¿Qué le impidió, entonces, al Gobierno, construir esos tan reclamados hospitales?, o, aunque sea, alguna ruta, mejorar algún puerto, hacer un puente, ampliar la red eléctrica, mejorar los sueldos de la policía para que haya menos delitos, o algo?

Cualquier cosa, pero algo…

Por el contrario, hoy el campo y todo el interior, sienten como se los tilda de angurrientos, egoístas, miserables, avaros, preocupados solo por la renta, etc., etc., cuando fueron los que más contribuyeron para un bienestar general que tampoco es tal. Al contrario.

¿Dónde están las obras?

Pero entonces, ¿dónde están los fondos?. Porque esa era plata legítimamente producida por miles de empresas de todo el país, que habían corrido el riesgo climático, el riesgo de los mercados, y hasta el riesgo del humor del funcionario de turno.

Esa no era plata de "todos" como los impuestos tradicionales, más allá que se discuta si son justos o no, o si es demasiada la presión tributaria.

Esos fueron –y son- gravámenes prácticamente exclusivos para el campo y la gente del interior, que hoy se encuentra por lo menos U$S 30.000 millones más empobrecida de lo que debería. Y justo, cuando la crisis económica mundial y la sequía local, ponen en jaque a todas las actividades.

¿Ahora el "socio en las ganancias", el Gobierno, va a poner la diferencia para que el interior pueda aguantar el mal momento?

¿Quién se hace cargo?, ¿Quién explica adonde se aplicaron esos recursos?

El interior no tiene la culpa de que no se puedan hacer más hospitales.

Los únicos culpables de eso fueron los últimos presidentes, es decir, Néstor Kirchner y su señora esposa, y su pésima administración.

Fuente: www.susanamerlo.com

1 comentario:

SkyNet silverstar dijo...

La verdad es para los libros de historias, lo llamaria el robo del milenio.

Seguimos viendonos las caras de sorpresa pero nadie hace nada, tenemos alma de cordero.

Sera de cristiano dar la otra mejilla, pero nada dice la biblia de dar el otro bolsillo


Saludos cordiales